Taxio Ardanaz
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GIO BAT. Bilbao 2015

Noche blanca de 1905 en la pequeña ciudad de K. Caminan con manos que emanan luz azul las cuatro mujeres del grupo anarquista ESTADO PERMANENTE DE TRANSICIÓN. Así comienza el drama en tres actos “La inadvertida”, de un casi desconocido autor alsaciano, primo segundo del escultor Bartholdi, el de la Estatua de la Libertad. Las cuatro mujeres rastrean la ciudad en busca de una quinta a la fuga, la “falsaria”, a la que delató una voz interior (“¿quién nos habla, el espíritu de Bakunin o el del siglo XX?”). Notable subterfugio en el primer acto: la quinta mujer es un personaje imaginario, solo existe como encarnación de las incertidumbres del grupo (amenaza constante, peligro inminente, ataques de microparanoya). Así que al final del primer  acto, la “falsaria” se convierte en “la inexistente”, para alivio de las anarquistas.

Tienen, no obstante, los pies dolidos. De aquí para allá por una ciudad trazada en puentes que cruzan una y otra vez. Las persigue el incansable gobernador de la banca de Francia (una caballería de cuarenta brigadas de la que ellas escuchan en todo momento los cascos a galope en grado creciente, efecto dramático que se espera haga temblar al público). Se refugian al alba en una taberna amiga. Buscan un ESTADO TRANSITORIO DE PERMANENCIA.

La obra se estrena una única vez, en Zurich, en 1943, a partir de un tratamiento del manuscrito original que Bertolt Brecht envía desde su exilio en Estados Unidos. Este apenas introduce cambios. Se centra especialmente en el último acto. El ejército del Gobernador ha rodeado la taberna y se dispone a tomarla. Ya con todo perdido, las cuatro anarquistas deciden emborracharse. Tumulto de puntos de vista sobre la oportunidad de las pasadas acciones del grupo. La conciencia del acabose las lleva a alternar risas y llantos entre acaloradas discusiones. Se mueven nerviosas por la sala, sin otro fin que desahogar la angustia. Los nervios conjugan el tiempo que pierden, un “tiempo precioso”. (Y, sin embargo, ¿de qué tiempo, de qué instantes se habla aquí, qué merecen los pocos segundos de vida que les quedan, para qué ahora recuerdo o memoria?). Aparición de la quinta mujer (nunca dejó de estar presente, nunca fue “falsaria” ni “inexistente”, simplemente “pasó inadvertida”). Se produce la brutal carga del ejército. La inadvertida se dirige al público y dice: “ningún final es debido, ningún deber, final”.

La obra fue todo un éxito (el auditorio estaba repleto de exiliados alemanes y represaliados por los nazis, que la leyeron en consonancia histórica). Su autor llevaba muerto más de veinte años.

 

Pablo Marte