Taxio Ardanaz
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ENTORNOS PRÓXIMOS, Artium. Vitoria-Gasteiz 2008

Fricciones

Campo a través, una carrera desesperada de búsqueda y quizá también de huida. Parece que algo acecha.

No se muestra, por eso urge seguir andando, con cautela pero con urgencia, vital, no apresurada.

La única forma es seguir, de trinchera en trinchera, de dibujo en dibujo, de pintura en pintura. No hay lugar para el descanso.

Sólo se para a contemplar algunos detalles, pocos, porque casi todos han desaparecido. No puede quedarse mucho tiempo. Tiene que continuar hasta comprender qué le están contando, llegar hasta el final si existe, porque no parece haber principio, quizás sean lo mismo.

La narración se ha roto y el relato se ha abierto. Nadie vence, ni es vencido.
No hay reposo, el habitual de cualquier montaje de exposición, ese eje que ordena el muro del museo como si fuera la zanja que señala el refugio en un campo de batalla, se ha quebrado, igual que la narración, igual que muchas de las imágenes, pedazos de la original.

Imágenes violadas, formas desnudadas sobre un fondo también desnudo.
Imágenes dificil de descifrar, por eso no hay tregua. Se amontonan unas sobre otras y sólo pueden reconstruirse en base a lo que asoma, sin certezas, lo que esconden no terminaré nunca de descubrirse.

Un bunker y una trinchera que se funden en un nuevo tipo de construcción desde la que atacar; un desafiante loro gigantesco de colores apagados; una explosión y una familia de orangutanes en la sabana; la máquina de un tren y un tanque ahogado en un mar de agua y lava; un trozo de carne tapa los cuartos traseros de un toro albino sobre cuyo lomo se posa una rapaz; unas piernas que arden en un bosque arrasado por el fuego y un cuerpo humano que se borra dejando sólo el tronco y los brazos, una silueta fantasmal que pretende ocultarseb tras un escuálido arbol y una figura con algo de montaña cavernosa en la que pasar la noche, llamas que son un ciprés y un paisaje de visión infrarroja… Son recuerdos que se suman, el diario de un soldado en una guerra, aunque le falta algo: el paso del tiempo, las hojas se han caido y se han mezclado y la secuencia ha desaparecido, provocando la tensión de un sueño en que lo cotidiano se hace extraño, se añora y se rebela contra lo rutinario.
Los dibujos y las pinturas entran en conflicto. Los separa una delgada linea blanca y las posiciones de vanguardia y retaguardia se confunden. La lucha llega hasta su interior.

El enemigo no se muestra, porque no hay enemigo. El enemigo está en todo, en uno mismo, y hay que dar cuenta de ello para resistir dibujando, para mantener la conciencia de que no existe lugar seguro, de que no hay respiro. Solo hay un camino y se bifurca en miles.

RMS La Asociación
Descubrir el Arte, 2008.